lunes, 28 de noviembre de 2011

Desarrollando una idea





La ciudad moderna quiere expulsar a la naturaleza, aunque ésta y los procesos naturales no dejan nunca de estar presentes. La ciudad histórica es la que mejor traduce el paisaje natural mientras que la contemporánea trata de transformar el medio hasta casi borrarlo. En la ciudad contemporánea se ha optado por la tecnología: ríos dominados, riberas hormigonadas, cauces canalizados o soterrados, junqueras rellenadas, montañas y cerros horadados por túneles, explanaciones de grandes áreas, islas de calor, vegetación artificial, paisajes uniformes... En definitiva, destrucción de la vida y de la diversidad, esterilización, solución de algunos problemas y creación y traslado de otros.

Este abandono de la ecología en la ciudad obedece a muchas causas, entre otras que los diseños responden a criterios exclusivamente ingenieriles. Pero prescindir de los procesos naturales no significa que se eviten o que desaparezcan, es más, en nuestros entornos urbanos aparecen procesos y ambientes naturales, lo que pasa es que fuera de control.

Todo ello nos ha convertido en sociedades urbanas alienadas de los valores ambientales, toleramos la desnaturalización urbana y de paisaje y soportamos la esterilización de nuestros entornos; probablemente lo hacemos a cambio de tener unas condiciones de movilidad que nos permiten ir a buscar y encontrar nuestras ansias de naturaleza lejos de los centros urbanos. Sociedades dotadas de la suficiente movilidad para desprendernos de la naturaleza, y llevarla a las periferias urbanas.

Pero a pesar de todo eso, la ciudad, no la constituyen sólo los edificios. Deben considerarse éstos junto con las personas y el medio ambiente para un desarrollo más armónico del planeta. Cuestiones de economía coyuntural han posibilitado la urbanización de cauces de ríos, de ramblas, de zonas de alto riesgo sísmico. La técnica es capaz de conseguir vergeles en los desiertos, temperaturas tropicales en viviendas polares y luz las veinticuatro horas del día. Pero el costo a nivel planetario empieza a hacerse insoportable.

Se trata de construir un nuevo tipo de relaciones entre la naturaleza y lo urbano, valorando la repercusión que las actividades urbanas tienen sobre su entorno y buscando una interrelación más armoniosa entre ellos, entendiendo que la calidad ambiental de la ciudad depende en gran medida de la relación entre procesos urbanos y procesos naturales. Se considera fundamental la máxima integración del ciclo ecológico en las distintas escalas, haciendo especial hincapié en la conexión de flujos entre la ciudad y el entorno.

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