La ciudad contemporánea nos impone su ritmo de manera férrea y sin contemplaciones. Suministra una constante dosis de estrés día a día a sus habitantes; y esto al final pasa factura, y no precisamente en nuestros bolsillos. Por ello, debemos adaptarnos a su compás y a su constante cambio; de sus calles, gentes y edificios que conforma ese organismo llamado ciudad. 
La propuesta que se presenta, en su imposibilidad para amoldarse al constante cambio de las ciudades y engancharse a esa carrea frenética que las llena de vida cada día, aboga por el autoabastecimiento y el aislamiento (metáfora de la burbuja). Se ha querido expresar esta filosofía en forma de collage.
El traje resultará ser una respuesta, una consecuencia de la lucha del individuo para sobrevivir en la ciudad ante todos los factores nocivos, tales como ruidos molestos, malos humos, el típico atasco, etc… además de otros recursos ligados al consumo despreocupado de los recursos naturales.
De la misma manera que la ciudad, la sociedad se encamina a una inminente perdida de la “vida social REAL Y FÍSICA”. Ante esta problemática podemos o bien adaptarnos o bien luchar contra esta tendencia. Como hemos dicho, el traje debe ser flexible y adaptable por lo que facilitaremos las relaciones VIRTUALES y A DISTANCIA incorporando los gadgets a nuestra ropa.
Vivimos en una sociedad (unas ciudades) un tanto egoístas, pero también consumista tanto de objetos como de recursos naturales. Si trasladamos ese egoísmo e individualismo a nuestro traje se traduce en el concepto de autoabastecimiento. La inmediatez de la energía solar se nos muestra como solución, es decir, incorporación de paneles solares a nuestra ropa para cubrir las necesidades energéticas de nuestros gadgets tecnológicos.
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